lunes, 29 de noviembre de 2010

→ Esos son los últimos libros que saqué de la biblioteca. El de Anaïs trae algunas imágenes de su adolescencia. Una pena que no pueda hacerle buenas fotos o escanear las hojas, porque son imágenes estupendas.
→ Ahora estoy leyendo el de Helene Hanff, junto con Underworld de DeLillo, pero con este último tengo que ir poco a poco porque son muchas páginas y una(s) historia(s) compleja(s) que parece(n) ir descubriéndose lentamente.
→ No se me ocurre qué más podría contar. Pronto comienza diciembre y tengo muchas ganas de navidad, pero sólo de pensar en los meses que vendrán luego (exámenes y más exámenes) me agobio demasiado.

miércoles, 27 de octubre de 2010

París no volvería nunca a ser igual, aunque seguía siendo París, y uno cambiaba a medida que cambiaba la ciudad.
París no se acaba nunca, y el recuerdo de cada persona que ha vivido allí es distinto del recuerdo de cualquier otra. Siempre hemos vuelto, estuviéramos donde estuviéramos, y sin importarnos lo trabajoso o lo fácil que fuera llegar allí. París siempre valía la pena, y uno recibía siempre algo a trueque de lo que allí dejaba. Yo he hablado de París según era en los primeros tiempos, cuando éramos muy pobres y muy felices.

domingo, 3 de octubre de 2010

En menos de dos semanas me marcho a París.
Se vive así, cobijado en un mundo delicado, y uno cree que vive. Entonces lee un libro (Lady Chatterley, por ejemplo), o va de viaje, o habla con Richard, y descubre que no vive, que está simplemente hibernando. Los síntomas de la hibernación se pueden detectar fácilmente. El primero es la inquietud. El segundo síntoma (que llega cuando el estado de hibernación empieza a ser peligroso y podría degenerar en muerte) es la ausencia de placer. Eso es todo. Parece una enfermedad inocua. Monotonía, aburrimiento, muerte. Hay millones de personas que viven (o mueren) así, sin saberlo. Trabajan en oficinas. Tienen coches. Salen al campo con su familia. Educan a sus hijos. Hasta que llega una brusca conmoción: una persona, un libro, una canción... y los despierta, salvándoles de la muerte.

Anaïs Nin, DIARIO I 1931-1934

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Hacía semanas (meses en realidad, desde el comienzo del verano) que no pisaba una biblioteca para otra cosa que no fuera estudiar páginas y más páginas de leyes. Esta misma semana fui a una y pude sacar unos cuantos libros aunque me costó decidirme y como sólo podía alquilar tres, me traje estos.














- Diario I 1931-1934, de Anaïs Nin
- El dolor, de Marguerite Duras
- Tres rosas amarillas, de Raymond Carver

Todavía no he podido empezar ninguno porque tengo que terminar uno de Patricia Highsmith (procuro no leer más de un libro a la vez -¡mezclo las historias y se me olvidan las cosas!-, y al final termino por dejar uno de ellos de lado), pero creo que elegí bien.